ELON MUSK Y MICROECONOMÍA

“[…] y alza por encima del pilar de
Alejandro su indómita cabeza.”*

RAFAEL LÓPEZ

Es un profesional con una maestría en Administración de Negocios de EAFIT y una licenciatura en Economía Industrial de la Universidad de Medellín con una destacada carrera en el sector financiero. Ha ocupado roles clave como socio gerente en Bolsa y Renta S.A. y vicepresidente en BTG Pactual. Además, ha participado en juntas directivas de instituciones como la Bolsa de Valores de Medellín y Fidubolsa, y ha enseñado en la Universidad de Medellín. Con fluidez en español y conocimientos básicos de inglés, Rafael sigue siendo una figura influyente en su campo.

No son el tema de este ensayo las peripecias psicológicas o personales de Elon Musk; solo quiero transmitir algunas impresiones que me produjo la lectura del escrito biográfico sobre él, de Walter Isaacson** quien lo acompañó por dos años como testigo de sus desafíos empresariales. Pero, insisto, solo me referiré al empresario (al hombre que persevera y sabe sobrevivir más allá de las quimeras de lo que hoy llamamos eufemísticamente emprendimientos; al hombre disciplinado cuya Visión es al mismo tiempo Misión y Realidad; en sus palabras, al que tiene esa combinación adecuada de inspiración, transpiración y riesgo).

Confieso con alegría que, tratándose de microeconomía aplicada, no había tenido hasta ahora la oportunidad de tener entre manos tantas enseñanzas pragmáticas, sobre lo que este capítulo de la ciencia económica puede brindarnos, como las que podemos atrapar en el vuelo de la lectura de este libro. Desde la organización científica del trabajo -las cadenas de Taylor- para el incremento de la productividad evitando las disrupciones (los ingenieros de diseño ubicados no en oficinas administrativas sino participando en las líneas de producción; los mánagers de las divisiones de software destinando al menos un quinto de su tiempo a programar); o los costes permanentemente cuestionados con la aplicación de lo que él llama el “índice idiota”: cuánto más caro es el producto que el coste de sus materiales básicos, y que si el margen es suficientemente atractivo, conduce a decisiones de integración vertical -producirlo uno mismo- (SpaceX fabrica cerca de dos tercios de los componentes de los cohetes; quinientos empleados ponen en órbita el Falcon 1, ajustado a los plazos, logro épico que no alcanza la Boeing para su nave Starliner con cincuenta mil); o “el algoritmo” de su inspiración: las únicas recomendaciones o requisitos inmutables son los dictados por las leyes de la física, el resto tienen que ser severamente cuestionados, amén de sus otros mandamientos: eliminar partes del proceso, simplificar, optimizar y finalmente automatizar; o la elección, para el diseño de productos, de un enfoque iterativo -prueba y error- como la naturaleza en su evolución (de la que aprendió la ciencia), no para evitar a ultranza el error sino para descubrirlo pronto; hasta su aproximación desenfadada y provocadora frente al riesgo -no porque lo ignore o desprecie- sino porque lo entiende y gestiona… ello sería, también, todo un capítulo para la ”Teoría comportamental de juegos y los equilibrios de Nash”- otro gran aparte de la nueva microeconomía.

No son suficientes la mega fábrica de Tesla y sus vehículos autónomos, o X, ni SpaceX con sus Starship y futuros viajes tripulados a Marte, no se detiene allí, ahora viene Optimus el robot humanoide, Neuralink y todo lo relacionado con la inteligencia artificial (ya había participado en la creación de OpenAI); no se me ocurre pensar en nadie más que, en lo corrido del siglo XXI, tenga el poder transformacional de Elon Musk; un puñado de dólares en sus manos tiene potenciales que serían inalcanzables en manos de cualquier otro. Sus palabras favoritas pueden ser: hardcore mode, dedicación y entrega. Nos enseña a jugarnos la piel y, como en la “Tríada” de Nassim Nicholas Taleb, a enfrentar la fragilidad con reglas y estrategias heurísticas para producir errores pequeños pero reversibles, a poner el alma en todos los empeños para que cada tropiezo, como a la Hidra de Lerna cada corte de la cabeza, nos la duplique, es decir, a ser ANTIFRÁGILES.

*[EXEGI MONUMENTUM], Alexandr Pushkin.

**Walter Isaacson, Elon Musk, Penguin Random House, 2023. (Pablo Hermida L. y María Serrano G., trad.)