Pareciera que la Pandemia del Covid 19 es cosa del pasado, pero no. Esta afirmación tal vez esté reservada para los asuntos relativos a la salud, porque en los económicos, no termina el mundo de lidiar con las secuelas a corto plazo ni de adaptarse a los cambios a largo plazo derivados de ella y que tal vez afecten de una u otra forma el devenir económico global por siempre.

Para comenzar, los mercados han aprendido a valorar la confiabilidad en la cadena de producción por encima del costo de la misma. Como consecuencia, estamos viviendo una tendencia a migrar los centros de producción más cerca de los de consumo, en regiones que ofrecen condiciones políticas, geográficas y económicas más estables. Así se benefician regiones como América Latina, que en el pasado habían perdido su competitividad ante las economías emergentes asiáticas, en la era en la que los mercados valoraban el costo de la mano de obra sobre otros factores. Esperemos que la estabilidad política no sea un elemento distractor de esta tendencia.

Por otro lado, la inflación ha pasado a ser el eje de la política económica en todo el mundo. Parar en seco o reducir significativamente la marcha del aparato productivo global, sin reducir en la misma medida el consumo, el cual se soportó en las ayudas que casi todos los gobiernos del mundo dieron a la población, deriva necesariamente en una reducción de inventarios y un incremento de precios.

Para equilibrar el proceso se hace necesario entonces reducir el consumo y es por esto que se ha establecido una política monetaria restrictiva en todo el planeta. Esto significa altas tasas de interés, reducción en el crecimiento económico y debilitamiento del mercado laboral. Sin embargo, la resiliencia económica ha impedido que el desempleo y el crecimiento mengüen como presiones inflacionarias, lo que nos ha llevado a tener altas tasas por un periodo inesperadamente largo.

Para equilibrar el proceso se hace necesario entonces reducir el consumo y es por esto que se ha establecido una política monetaria restrictiva en todo el planeta. Esto significa altas tasas de interés, reducción en el crecimiento económico y debilitamiento del mercado laboral. Sin embargo, la resiliencia económica ha impedido que el desempleo y el crecimiento mengüen como presiones inflacionarias, lo que nos ha llevado a tener altas tasas por un periodo inesperadamente largo.

Durante las últimas semanas hemos visto resultados de crecimiento y desempleo que nos invitan a pensar que tal vez la reducción en los índices de inflación están a la vista para el próximo año. De ser así, probablemente hacia el segundo o tercer trimestre podríamos ver el inicio de una política de relajación de tasas por parte de la FED (Banco Central Americano).

Vale aclarar que la FED, como compensador de la liquidez de los bancos, incide directamente en las tasas de interés de muy corto plazo (un día) pero las tasas de largo plazo se comportan de acuerdo con las condiciones de mercado. La tasa del título del tesoro de 10 años, pasó de 5.1% a 4.4% en las últimas tres semanas, lo que nos indica que el mercado espera una reducción de la inflación y una relajación de la política monetaria.

Si el desenlace final está de acuerdo con lo descrito, debemos concluir entonces:

1- Veremos un ambiente de reducción de tasas de interés.

2- El crecimiento económico reducirá su ritmo. El cual se percibe moderado.

3- Veremos un incremento en las tasas de desempleo, también parece moderado.

4- Iniciamos un nuevo ciclo.

Una reducción significativa en las tasas de interés hacen el mercado de renta fija una alternativa interesante de inversión. Bonos de duraciones altas tomarán más provecho en este escenario, pero implican más riesgo de precio si fallamos en el pronóstico.

Los mercados de renta variable tendrán la presión de la reducción en el ritmo de crecimiento económico y en consecuencia de las utilidades de las empresas, que son finalmente el motor de los precios. Sin embargo, históricamente hemos visto que los mercados de renta variable se anticipan a los ciclos y la percepción de que un nuevo ciclo va a comenzar sería el catalizador para entrar en un mercado con tendencia al alza.

En conclusión, si las cosas siguen como van, veremos un año 2024 positivo tanto para la renta fija como para la renta variable.

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